El vino hay que disfrutarlo al 100%, así que hay que asegurarse de que se cumplan ciertos factores externos a la calidad del vino para aprovecharlo mejor. Un factor que hay que tener en cuenta es la copa de vino. Y es que, cada tipo de vino debe disfrutarse en una copa concreta para poder apreciarlo aún más. Este hecho puede llegar a cambiar e incluso mejorar el sabor del vino.
Así que, sigue leyendo este post. ¡La copa en la que sirvas tu vino hará que aprecies sabores distintos! No te tomes este aspecto a la ligera.
Existen muchos tipos de copas, así que, ¿cuál es la más adecuada para cada tipo de vino? ¡Vamos a ello!
Características generales para todas las copas
Hay varias características comunes de todas las copas de vino. La primera es que las copas deben ser de vidrio fino o de cristal, y sin ningún tipo de adorno. Es necesario que sean transparentes para poder apreciar el color del vino en su totalidad y su limpieza, sobre todo para realizar una cata de vino.
En cuanto al tallo, debe ser lo suficientemente largo para que nos permita tomarla por éste. Así evitaremos ensuciarla, calentar el vino o pasarle aromas.
Tenemos cuatro zonas en la lengua en las que se distinguen los diferentes gustos. Así que, por esto las copas están hechas de forma que, al beber según qué tipo de vino, distribuyan mejor por una zona que por otra. De esta forma apreciaremos mejor sus características.
Las copas para los vinos tintos
En el caso de los vinos tintos, hay que hacer varias diferenciaciones. Los grandes vinos tintos deben servirse en copas amplias para facilitar su oxigenación y evitar la dispersión de los aromas.
Un vino tinto bien estructurado y con una elevada graduación alcohólica también necesita una copa amplia para apreciar bien su armonía de sensaciones.
Respecto a los vinos tintos de envejecimientos mediano, necesitan copas amplias más redondeadas.
La mejor copa para el vino blanco
Para el vino blanco, el tamaño de las copas debe ser menos. Hay varios motivos. En primer lugar, la temperatura del vino, ya que estos se sirven a una temperatura inferior a la de los tintos. Así evitaremos que la temperatura se disipe lo menos posible.
En cuanto a los vinos rosados, les pasa como a los blancos, que se sirven a menor temperatura, por lo que las copas pueden ser las mismas que para los blancos.
Además, al ser la abertura de la copa más estrecha, cuando bebemos tendemos a inclinar la cabeza de forma leve hacia atrás. Esto hace que el vino se dirija a la parte de la lengua donde, en mayor medida, se identifica la acidez. Y es que, la acidez es una de las características principales de estos vinos.
La copa en forma de tulipa, abombada por el centro y más estrecha en la boca, es ideal para los vinos blancos ligeros de cuerpo. El motivo es que propicia su frescura. También, este tipo de copa es recomendable para los vinos más aromáticos, ya que libera al instante los aromas de su interior.
Para terminar, respecto a los vinos blancos más estructurados y de mayor calidad, es mejor usar una copa algo más grande y de mayor abertura. Así podremos apreciar mejor las sensaciones que regala este vino.
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